Las manos nuevas han de indicar caminos distintos. Como mismo quien se esfuerza tiene para sí el poder de ser capaz, de la utilidad de ese ejercicio de la virtud. Cuba Ron S.A, acoge en su gremio a no pocas historias donde el amor al ejercicio de hacer y hacer bien es un ritual. A sus 39 años, Jean Travieso, otrora tonelero de la Ronera de Santa Cruz y actual Jefe de Bloque de Añejamiento ya ha despuntado con pasos mayores en el campo de la producción ronera. Desde el 2004, ha emprendido sus propias andaduras por el mundo de las esencias y los sabores más autóctonos que acompañan, de la mano de colegas y mentores en las dependencias fabriles.
¿Cómo ha sido la transición desde que ingresaste a la Corporación hasta tu oficio de hoy?
“No estaba aún trabajando en la fábrica cuando supe de la convocatoria para pasar el curso de tonelero, estuve seis meses en él, aprendí y me gustó mucho el tema y lo vi como un oficio que haría con placer. Tiempo después soy llamado para incorporarme y tengo la oportunidad de aplicar todo lo aprendido trabajando en el taller de tonelería por algún tiempo, fui seleccionado y participé en una competencia de tonelería de carácter corporativo en donde obtuve el primer lugar. Luego de eso me trasladé a trabajar directamente en las naves de añejamiento donde aprendí a ser lo que soy hoy en día. En estos momentos soy jefe de cuatro naves de añejamiento y atiendo seis operadores. En mi área de trabajo se hacen extracciones, reposiciones de rones y aguardientes y reparaciones sencillas a los barriles. Siento que lo que hago se convierte luego en una buena garantía para el futuro de nuestra Corporación”.
¿Podría hablarse de un arte al hecho de ser tonelero?
“Ser tonelero me gusta porque es un trabajo artesanal. Es un oficio manual donde se chequean todo tipo de roturas de los barriles, se clasifica el trabajo, si es general o sencilla la operación de reparación. Todo ese trayecto lleva dedicación y esfuerzo donde se tiene que hacer un trabajo muy importante para no perder el barril, aunque tenga muchos años de uso, por eso es un arte hay que hacerlo con la mayor calidad. Gracias a esos barriles las esencias del ron ligero Cubano son preservadas”.
¿Qué retos acompañan tus rutinas de trabajo?
“Como jefe de nave tengo una gran responsabilidad, los operadores se dividen en dos grupos para realizar las reposiciones y extracciones, además hay que valorar los barriles, si están en la mejor forma, aplicarle las reparaciones pertinentes, pues van a entrar en el proceso de añejamiento. Todo el proceso de producción abarca chequear las mermas pues eso determina también el desempeño, es un control diario para estar al día. Siempre procuramos en el colectivo que esté todo en buen estado, ver la higiene del área, la calidad de producto, la calidad del barril. Diariamente, se debe de estar llevando esa cuenta. Es un desafío muy grande, pero disfrutable y en esa vorágine me corresponde estar con dichos grupos tecnológica y artesanalmente. Es necesario contar con equipo de trabajo que comprenda el contenido, la importancia y el valor del desempeño con los barriles, que estén al tanto de las extracciones y reposiciones, que sea crucial esforzarse más y esto sea un eje para organizarnos, aprovechar las jornadas laborales, abogar por que nuestros barriles estén en buenas condiciones, todo oficio conlleva y conduce a un reto, la clave será entonces continuar hacia adelante y ser mejores cada día”.
¿Cómo ha sido trabajar en la Ronera Santa Cruz, uno de los espacios que representa a Cuba Ron como dependencia fabril?
“Trabajar en la Ronera Santa Cruz ha sido un reto y un trabajo especial, porque es la ronera más grande de Cuba, donde se mueven muchos barriles, muchos líquidos. Nosotros aportamos desde esa perspectiva laboral al desarrollo, a las mejoras de cada día, donde es muy importante porque se recuperan muchos barriles de muchas edades y se garantiza el llenado de los mismos con las bases de rones para en un futuro incrementar nuevas producciones”.
En tiempos de pandemia, ¿cómo se articula el sector donde laboras?
“Nuestra fábrica ha sabido ejecutar bien el trabajo. Hemos cumplido requisitos, como la higiene de las manos, la temperatura a la hora de entrada a la fábrica, el distanciamiento, pero también hemos presentado dificultades con trabajadores aislados y ha sido necesario rotar a los trabajadores a apoyar en otras áreas, por ejemplo, el personal de mi bloque ha ayudado en menesteres de embotellado para que la producción salga adelante porque resulta esencial el funcionamiento como un todo. Aun así, nuestra fábrica no se ha parado, ha seguido creciéndose y embelleciendo paulatinamente”.

