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Son las diez de la mañana de este último lunes de agosto, día de incorporación para buena parte de los parisinos. Instalado en su oficina, Philippe Schaus, presidente de Moët Hennessy, no nos ofrece un café, más bien nos brinda un vaso de Ron.
Una propuesta infrecuente y desconcertante que pareciera una suerte de invitación a extraer del armario el short plegado y planificar desde la víspera por la tarde, una jornada de pesca de los peces-aguja en la Corriente de Golfo. La avenida de la Grande-Armée en París –donde nos encontramos– es menos reconocida que el puerto de La Habana para ejercer dicha actividad deportiva. Poco importa. Una vez servido en largos vasos de cristal y cercano a nuestro olfato, el líquido ambarino y sus aromas de madera exótica, de especias, de vainilla y de cera, poseen la capacidad de hacernos atravesar el Atlántico. Ya no nos encontramos entre la puerta Maillot y la plaza de l’Étolie [de la Estrella], nos han trasladado a una finca inundada de vegetación tropical. Todo eso nos resulta encantador, como un penetrante perfume masculino de antaño. Dentro de la boca, nada nos quema el gusto ni nos hiere el paladar, resulta una exquisitez, sin esa impresión irritante que sobrecarga los palacios.
A propósito de esa fórmula, amalgama obtenida, los puristas evocan los alcoholes de las cañas cubanas del siglo XIX. El sorprendente elixir está presente dentro de una botella de vidrio reciclada cuya superficie recuerda la piel de un caimán. ¿Por qué será? Porque Cuba fue bautizada como la “Isla del Caimán”. Todo esto nos provoca una apetencia furiosa de establecer la señal sobre la costa caribeña.
El grupo Moët Hennessy lanza su ron, a partir de un acuerdo suscrito con Cuba Ron S.A., sociedad cubana creada en los años 1990. Dicha empresa se ha beneficiado de los múltiples aprovisionamientos de caña que garantizan los agricultores de la Isla. Cuba Ron, lejos de constituir una experiencia improvisada, ha adquirido maestría en el perfeccionamiento de la elaboración de rones y en la producción masiva del producto en beneficio de los grandes grupos internacionales. Dentro de la isla, nada se deja al azar cuando se trata del aguardiente local.
«El ron es producido de manera extendida en todo el mundo, en las Antillas, en el Océano Índico, así como en Asia», explica Philippe Schaus, «aunque Cuba permanece como la única región en haber creado una denominación de origen protegido que define los métodos y los ingredientes aceptados para su elaboración. Esa circunstancia contribuye a que nosotros percibamos una gran satisfacción. Se trata de una categoría de productos que nosotros dominamos de manera óptima». Acompañan a Moët Hennessy las técnicas para la elaboración del coñac, las cuales son complejas y precisas, y sirven de modelo a las restantes. Los espirituosos cubanos no pueden reivindicar una historia tan prolongada como la de las casas productoras de Charente (Departamento de Francia). No obstante, pese a las transformaciones, las virtudes de los maestros roneros se ha transmitido de generación en generación después de más de ciento cincuenta años.
Construcción de una marca junto a los aficionados
Como parte de un espíritu que sincretiza el conocimiento científico consolidado del producto con el respeto de la tradición, Eminente ha sido concebido por César Augusto Marti Marcelo, ingeniero químico y maestro ronero, un técnico de alto vuelo en todo lo referido a los alcoholes cubanos.
Ese ron ha accedido a una amplia cartera de oportunidades entre las marcas de espirituosos. Más allá del coñac Henessy, la joya de la corona del grupo, LVHM dispone de los whiskys Glenmorangie, Ardbeg o Woodinville, del vodka Belbedere, cuya serie de distribución se expande, y el tequila Volcan, destinada al mercado norteamericano, que hace su aparición en Europa.
Advirtamos que el ron y el whisky son los dos espirituosos más consumidos en Francia, por delante del anís o del vodka. Si bien la mitad de los aficionados del whisky tienen más de 50 años y que el 69 % son hombres, los consumidores de ron presentan un perfil más diverso y más joven: dos tercios de ese segmento tienen menos de 50 años. El recién aparecido -Eminente- va a figurar en la oferta de los catadores, en las cartas de los bares de cocteles, bares de hotel y restaurantes en Francia.
Para Philippe Schaus, «la idea no es desplazar el número diverso de rones que son vendidos fundamentalmente para la elaboración de cocteles. Haría falta posicionarse desde la arrancada en un nivel elevado y construir la marca en compañía de los aficionados, entre los conocedores que van a apreciar el producto y a recomendarlo». Eminente será también distribuido en el Reino Unido, en Alemania, así como en República Checa, donde los alcoholes cubanos han ganado admiradores después de la época de la guerra fría. En esos países, la consumación debe incrementarse, donde las nuevas marcas surgen cada mes. Según Philippe Schaus, «la producción de Eminente está actualmente limitada a algunos centenares de botellas. En los próximos diez años, el estado de cuentas de distribución de la marca no tendrá un impacto importante al interior del grupo. No tenemos por tentativa la creación inmediata de riqueza. Estamos creando una nueva marca que dentro de cinco decenios o dentro de un siglo, puede convertirse en otro “Hennessy”». A Eminente no le resta más que comenzar a distinguirse.