Por: Redacción Cuba Ron S.A.
Sorber un trago de la alquimia que nació en Santiago de Cuba hace más de 160, sacia el gusto de quienes se quedan con el dejo de una esencia expresión del carácter alegre, hospitalario, multicolor que caracteriza a los cubanos. Entonces, mientras el sabor se impregna en la garganta, salen a luz expresiones como ¡Esto sí es ron!, ¡Pura medicina!, ¡La vida misma! y otras frases definitorias del espirituoso en el lenguaje popular.
Sin embargo, lo de considerar a nuestro ron como el mejor del mundo, medicinal, una obra de arte, insustituible en celebraciones, está influenciado por una tradición heredada en el tiempo.
De acuerdo con un artículo publicado en 2015 por la revista digital VerbiClara, la tradición o “cultura etílica” ha estado condicionada por los anuncios publicitarios que consumían quienes peinan canas, que, aunque ya no se escuchan, ni se ven desde hace más de medio siglo, alimentaron el pensamiento de las generaciones precedentes, artífices de una mitología que da fe de las “bondades” del ron.
Ejemplos existen de cómo se sugestionaba el gusto a través de campañas publicitarias en la primera mitad del siglo pasado. Basta con repasar añejas páginas de revistas como Carteles, Bohemia, en las cuales- refiere el mencionado sitio web- se asegura que la mayoría de las propagandas alusivas al ron, se relacionan con las marcas Bacardí y Matusalem, dos de las más importantes de la época en Cuba.
En cada anuncio, se derrochaba maestría, inteligencia, algunos eran tildados de curiosos y sorprendentes, y todos en su conjunto devienen valioso patrimonio documental que nutre la historia de la trascedente industria cubana, que tiene como principal ingrediente a la caña de azúcar.
El Bacardí: “Sano, sabroso y cubano”
Las propagandas al llamado “El ron del murciélago”, prolíficas hasta el año 1960 del siglo XX, intentaban prescribir la bebida como garante del bienestar.
“El Ron Bacardí se recomienda por todos los facultativos a los convalecientes. Es un gran digestivo, tomado en pequeñas copas, después de las comidas”. Así reza un fragmento de un anuncio publicado en la revista El Fígaro correspondiente a julio de 1907, en la que se sugería: “Pídase en todos los café y almacenes”.
“Sano, sabroso y cubano”, era otro eslogan que promueve al propio elíxir, haciendo referencia a sus dotes medicinales. Por su parte Matusalem también pregonó durante las décadas de los 40 y 50, incluyendo también el año 1960: “Hoy alegre, mañana bien”. Ello fue traducido como que, con Matusalem no había resaca. Por su parte, en las botellas, debajo de la etiqueta decía: “Analizado por el Laboratorio Químico Nacional del Departamento de Salubridad”, una manera de asegurar que el producto estaba libre de sustancias nocivas para la salud.
Desde la poesía un embrujo para los guajiros
Considera VerbiClara que Bacardí se anunciaba para los diferentes grupos de consumidores potenciales. El sitio trae a colación composiciones poéticas que tratan de “embrujar”. Destaca el texto que “en una revista literaria del interior del país, fechada en 1926, se anuncia: Hay muchos rones: Sólo un Bacardí. Y dentro de un cartel con el murciélago representativo encerrado en un círculo al centro, incluye en la parte superior e inferior versos como estos que se titulan Cantares:
Bella es Cuba en sus bondades,
bellas sus puestas de sol
que tienen del caracol
todas las tonalidades;
si deslumbran sus beldades
y su cielo azul turquí,
si es sabrosa de la hurí
su gentil conversación,
es también sabroso el RON
que fabrica BACARDÍ”.
Otra obra, bajo el título “Guajira”, asoma el interés por sumar adeptos al consumo del prestigioso ron:
“Esta sola condición
uso Inés al darme el sí:
“Si bebes, ha de ser RON
de la marca BACARDÍ.
Por una mirada, un cielo
y por un RON BACARDÍ
diera la trenza de pelo
que cortaste para mí.
Virgencita, virgen bella,
depararme la ocasión
de encontrarme una botella,
una botella de RON;
Pero no de un RON cualquiera
de los que ves por ahí,
yo la botella quisiera
del añejo BACARDÍ.”
Una obra de arte
Los anuncios del ron cubano intentaban aguzar el paladar de los intelectuales. Apunta el portal digital VerbiClara que, en la contraportada de la revista “Ultra” dirigida por Fernando Ortiz, en el número correspondiente a septiembre de 1937, aparece “una pintura abstracta donde se representa en un fondo grisáceo una botella, con lo que parecen ser alas de un murciélago a ambos lados, cayendo en picada sobre la silueta de una copa delineada en blanco donde penetra el pico de la misma, en la base con grandes letras la palabra BACARDÍ resaltada en blanco y ya fuera del dibujo se anota: CALIDAD DESDE 1862.”
Y aunque son varias las lecturas que, acerca de la mencionada imagen pudiera darle el consumidor, la frase del escritor Enrique Labrador Ruiz de “Bendita sea la alquimia maravillosa de Bacardí, que encierra nuestros ensueños en frascos de cristal”, sentencia que el ron Bacardí también es un arte.
Otro sabor más allá del Bacardí…
Antiguas páginas, con sello de Don Fernando Ortiz, también pregonan las bondades del Havana Club, “El Ron de Cuba”, como lo proclamó el estudioso de las raíces histórico-culturales afrocubanas. Este anuncio se plasma en uno los primeros ejemplares de la ya citada revista Ultra, datada de septiembre de 1936. En un recuadro aparece: “Tome Siempre RON HAVANA CLUB Delicioso”. Se trata de un anuncio carente de ostentación y adornos, en el que no aparecen el símbolo de la Giraldilla, ni el nombre del fabricante.
El Havana Club, fabricado por la firma José Arechabala S.A. enclavada en la Ciudad Bandera, no era el principal producto de la empresa, pues la más intensa mirada se clavaba en el extra añejo Arechabala 75. Hacia 1957 la compañía había dejado de fabricar el Havana Club.
Poco tiempo después todas las compañías roneras se nacionalizaron y pasaron a manos del estado cubano. Resurge, entonces, el Havana Club como el añejo por excelencia, que tal como asevera un artículo de VerbiClara “de inmediato capitalizó dentro del imaginario popular, por un proceso de mimetismo, todo el caudal de bondades establecidas por la propaganda para Bacardí, Matusalem, Castillo, Arechabala 75 y otros”.
El ron ha sido fuente de inspiración de poetas, escritores, artistas e intelectuales que alimentaban pensamientos patrióticos y fomentaban la cultura. En la actualidad nuestro producto estrella, el Havana Club, con apropiación tardía de la propaganda hecha a otros o no, es un elíxir de dioses, expresión de la identidad que corre por las venas del cubano, una joya de nuestra cultura, una mixtura ligera que sigue siendo deliciosa, sana, sabrosa y muy cubana.