Por: Redacción Cuba Ron S.A.
Detrás de los secretos del Ron Ligero Cubano existe un tesorero del tiempo: el maestro ronero, quien conoce al dedillo cada barril de roble que envasa sabores de antaño, y los sazona con el gusto de la contemporaneidad. Y ese coctel de sapiencia, convidó al jolgorio este 30 de noviembre en cada rincón de la Perla de las Antillas, cuando la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) declaró “Los saberes de los Maestros del Ron Ligero”, como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
La propuesta de Cuba presentada ante la Unesco sentenciaba que “El saber ronero es una forma de vida que incluye un código ético: pautas no escritas de comportamiento público y privado centradas en el respeto a la cultura del ron cubano, su historia y sus buenas prácticas, que trasciende las marcas y el mercado".
El reconocimiento mundial, no solo destaca la valía de un movimiento de hombres y mujeres que durante ocho generaciones han dedicado su vida a la creación, a la ciencia, a la innovación. También realza el mérito de uno de los espirituosos más famosos del mundo, que, al degustarlo, su catador se alimenta de historia, tradiciones, y costumbres de un país dotado del clima perfecto para producir alquimias provenientes de la caña de azúcar.
Las copas de la alegría también se empuñaron para celebrar desde las redes sociales. El presidente de la República de Cuba, y primer secretario del Partido Comunista de Cuba, Miguel Mario Díaz Canel compartió emociones en su cuenta personal de Twitter: “¡Felicidades! Justo reconocimiento a quienes han logrado crear durante siglos, el mejor ron del mundo. Cuando se dice #Cuba, también se piensa en ellos”.
“Es el reconocimiento a nuestra cultura, historia y tradición de ocho generaciones de Maestros que hacen de la creación #PatrimonioVivo”, acuñó en la mencionada plataforma social, el Canciller de la nación caribeña, Bruno Rodríguez Parrilla al conocer la noticia que acaparó titulares en medios nacionales y foráneos.
La embajadora cubana ante la Unesco, Yahima Esquivel, agradeció el hecho de que el nombre de la nación antillana vuelva a plasmarse en la nómina del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
“Este es un momento de especial emoción…Gracias por permitirnos abrir este tema sobre un elemento fundamental para la Cultura Cubana, la nación y la comunidad portadora”, expresó Esquivel, de acuerdo con una nota publicada por Prensa Latina.
La generación guardiana y transmisora del conocimiento originado con el auge agroindustrial del azúcar del siglo XIX, actualmente está integrada por dos primeros maestros, siete maestros y cuatro aspirantes. En ella palpitaron los corazones guías del proceso fabril del espirituoso más codiciado del mundo.
El Primer Maestro del Ron Ligero Cubano, César Augusto Martí Marcelo, defensor a ultranza de una herencia reposada en las centenarias bodegas de añejamiento, y portador de las llaves para perpetuar en el gusto mundial al considerado “elíxir de dioses”, también ofreció sus impresiones al conocer la buena nueva que pondera su profesión.
“Es para nosotros un honor estar aquí, a donde hemos llegado gracias a la sabiduría de maestros que desde finales del siglo XIX han sido capaces de crear, preservar, enriquecer y transmitir este legado cultural”.
Las séptima y octava generaciones de depositarios de los peculiares saberes asumen en la actualidad el reto de ser fieles transmisores y defensores de la cultura, para que siga formando una parte exquisita de las tradiciones del pueblo cubano”, señaló Martí Marcelo.
El saber hacer el singular “sabor líquido de lo cubano”, uno de los 17 elementos que este 30 de noviembre la Unesco incluyó en la Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, seguirá añejándose con la exclusividad de nuestro clima tropical y el empeño de sus artífices, quienes, por más de 160 calendarios han realzado el sabor, aroma y calidad de un producto que encabeza la nómina de los mejores espirituosos del orbe.
Este día, esperado por quienes han dado luz a las bebidas expresiones del mestizaje, el ajiaco distintivo de la cultura cubana, no falta el recuerdo de José Pablo Navarro Campa, ese hombre que al amanecer se acercaba a las naves de añejamiento de su Havana Club, para disfrutar de los efluvios que destilaban sus barricas e inhalar la esencia del emblemático ron.
Este reconocimiento mundial reafirma su idea de que, el producto al que le puso el alma y la vida, porta un mensaje, que va más allá de su carácter comercial. Por ello la distinción de la Unesco lleva con creces el sello del Paladín de la cubanía, quien, desde la eternidad, inspira a las presentes generaciones a permanecer fieles y unidas sin abandonar su fábrica, con la ciencia y la innovación como banderas.