Por: Redacción Cuba Ron S.A.
El Ron Ligero Cubano ha hecho a Cuba famosa en medio mundo. Como “embajador de nuestra cultura” aloja en las papilas gustativas la sapidez de una antiquísima alquimia añejada por saberes y prestigio.
Más de 160 años de historia se cuentan en cada sorbo del llamado “sabor líquido de lo cubano”, una esencia destilada por primera vez en 1862, en Santiago de Cuba, marcando la diferencia con el resto de los espirituosos producidos en el área del Caribe y que constituían, hasta la fecha, una referencia en mundo fabril de las bebidas alcohólicas.
Para la Maestra del Ron Ligero Cubano, Salomé Alemán, los orígenes del descendiente ligero y refinado de los toscos aguardientes que bebían los corsarios y piratas, han estado estrechamente vinculados con las diversas etapas sociales e históricas de nuestro pueblo, al tiempo que expresan la variedad de etnias existentes en Cuba.
“Se percibe sensorialmente ardiente y profundo, en sintonía con el temperamento de los nativos. Se fue creando desde lejanos tiempos un saber hacer, basado en complejas mezclas de rones y etapas de añejamiento sucesivas, legadas entre las generaciones de Maestros del Ron Cubano existentes hasta hoy. La salvaguarda de esa sabiduría precursora nos permite en la actualidad avanzar en la fabricación de nuevos productos”.
“Los rones cuentan con una tipicidad propia, de acuerdo con su categoría. En su bouquet y dejo influye sobremanera el clima de la zona donde se producen. También fijan el sabor y el aroma, el tipo de barril utilizado, las bases de rones desarrolladas, y la impronta del productor. Todos estos aspectos histórico- culturales estampan una tipicidad sensorial única que evocan el dulce origen de la melaza de caña, incorporado a partir del aguardiente producido y sabiamente envejecido y evolucionado en barricas de roble blanco”.
Asegura Salomé Alemán, una de las tesoreras contemporáneas de la tradición ronera en la isla, que el ron cubano se encuentra en una fase sólida y de crecimiento.
“Durante años se ha trabajado para materializar reconocimientos que aumenten la valía de las marcas de los rones que producimos. En abril de 2010, la Oficina Cubana de Propiedad Industrial (OCPI) le otorgó a la Corporación Cuba Ron S.A, el derecho al uso de la Denominación de Origen Protegida para ron “Cuba”, única entidad que hasta el momento la ostenta”
La esencia cultural del quehacer de los Maestros del Ron Cubano ha realzado tanto el sabor del considerado elíxir de dioses, que la Comisión Nacional de Patrimonio Cultural de la República de Cuba, en 2016, proclamó al saber hacer de los maestros roneros y a los espacios fabriles donde se traspasan esos conocimientos, como Patrimonio Cultural de la Nación Cubana.
Ingredientes que acentúan el sabor de la coctelería cubana
El desarrollo de la industria azucarera y la producción de los primeros espirituosos con sello nacional, aderezaron el turismo en el verde caimán del Caribe. Con el auge de las visitas foráneas, comenzaron a saciarse los paladares de quienes frecuentaban bares y cantinas, sobre todo, marines norteamericanos, artistas y personajes vinculados a la política. Fue así que nacieron los primeros cocteles a base de Ron Cubano, llegándose a publicar en 1915 el primer Manual de Cantineros de Juan B. Escalante, con más de 265 recetas.
Nueve años después vio la luz la Asociación de Cantineros de Cuba, vigente en nuestros días, la cual no pierde el rastro de la producción de rones.
En los tiempos que corren, las mezclas que llevan intrínseca “el sabor líquido de lo cubano”, han avanzado y se han mantenido a tono con las tendencias internacionales, sin perder su espíritu.
Varios entendidos en la materia aseguran que inicialmente se utilizaban rones blancos para la coctelería, mas, hoy pueden saborearse rones añejos y hasta cocteles añejados, para degustar creatividad y belleza, a rezar por sus presentaciones, pues están legitimados por el añadido ron de factura nacional.
La seriedad y la entrega de los cantineros cubanos devienen ingredientes que hacen posible que a nuestros paladares lleguen los sabores identitarios de la llamada Meca del Ron. Con el tiempo ellos siguen perfeccionando recetas y aprendiendo las lecciones de los primeros hacedores de la coctelería cubana, para nutrirla y reafirmarla como sempiterno símbolo cultural de la Perla de las Antillas.